En memoria de Dña. Maruja Meis Domínguez – AIC – Teruel
El domingo 27 de abril, se ofició, por parte de nuestro párroco el P. Corpus Delgado, y con una iglesia repleta, una misa funeral por el alma de la que fue presidenta durante veinte años del Grupo “La Milagrosa” y Diocesana de la ASOCIACIÓN DE CARIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL, en Teruel, Maruja Meis Domínguez, fallecida en su Pontevedra natal el día 02 de este mismo mes y donde regresó, junto a su familia, tras el fallecimiento de su esposo José Luis
Maruja fue, para nosotros:
Mujer fuerte, muy creyente, comprome8da y generosa. Entregada en principio a su trabajo, a su Parroquia “La Milagrosa” de Teruel con dedicación y mucho cariño, a nuestra Asociación y voluntarias que le debemos todo lo que hoy somos y amiga de sus amigos, que en la ciudad deja muchos
En el 1995, año en que empezó la inmigración, ella ayudó en todo, a poner ac8vas a las personas que acudían a nosotras, para trabajar y se les buscaba trabajo.
En 2003, se puso en marcha la ASOCIACIÓN DE CARIDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL en Teruel, de la mano del P. Ángel Pascual, siendo ella la presidenta hasta que regresó a la 8erra que la vio nacer, por haber fallecido José Luis, del que se preocupó y ocupó, pese a su enfermedad, con verdadero amor.
Las voluntarias le debemos su ejemplo, que nos hizo fuertes, respetuosas y fieles a los valores vicencianos, “La atención a los pobres y más desfavorecidos, viendo en ellos el rostro de Jesucristo” con HUMILDAD, SENCILLEZ Y AMOR, virtudes que ella prac8có y nos inculcó a todas. Nos representó mientras pudo en la ASOCIACIÓN NACIONAL en Madrid, donde conoció a voluntarias de todo el país, que con nosotras, hoy lloramos su ausencia, con la alegría de saber que nos quiso y la quisimos y con el convencimiento de que estará gozando de la presencia de Dios, en compañía de José Luis su esposo, por que sabemos, que nuestro Buen Padre le habrá premiado y la tendrá junto a Él eternamente.
Mª Isabel Sánchez
Presidenta A.I.C.- Teruel



San Vicente de Paúl (de ahí el nombre de “misioneros paúles”), a pesar de las comprensibles limitaciones propias del tiempo en el que le tocó vivir (siglo XVII), tuvo un gran aprecio por la comunicación: llegó a escribir más de treinta mil cartas (alguna llegó a su destinatario varios meses después de su muerte). 


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