“Evaluar para renovar”. Tiempo de Cuaresma
“Evaluar para renovar”. Este es el lema que ha guiado nuestro camino de cuaresma, en la diócesis de San Pedro Sula, animados por nuestro obispo Monseñor Ángel Garachana. Varias circunstancias hacen de este año 2019 un año significativo para la vida de la diócesis: Monseñor Ángel Garachana cumple los 75 años y, como es prescriptivo, presentará su renuncia, al tiempo que completa 25 años como obispo al frente de la diócesis. También han pasado 6 años desde el sínodo diocesano que, en 2012, removió con fuerza toda la Iglesia sampedrana. Como fruto de aquel sínodo se publicaron las Constituciones sinodales y el plan pastoral por seis años que expira en este 2019. Monseñor Ángel, teniendo en cuenta todos estos factores, considera que estamos en el cierre de una etapa, y que es necesario hacer evaluación para proyectar un nuevo plan pastoral para los próximos años. Es por eso que, durante todo el año, las Comunidades Eclesiales de Base de toda la diócesis (tan solo en nuestra parroquia son ya 170) y otros grupos similares van a hacer evaluación, punto por punto, del actual plan pastoral, para llegar a elaborar, mediante una comisión diocesana, el borrador del nuevo plan pastoral para los próximos años. Cada semana, en las reuniones de los grupos, se evaluará alguno de los puntos del plan pastoral, y se enviarán las conclusiones a la comisión diocesana. De momento, en esta cuaresma, hemos dado el pistoletazo de salida. La preparación espiritual. Buscar las actitudes que nos han de ayudar en este camino de revisión y renovación. Cada semana de cuaresma nos ha iluminado una actitud: discernir, contemplar, conversión, reconciliación, acoger. Actitudes muy evangélicas y cristianas, que nos ayudan a nuestra conversión personal, y, también, a la conversión diocesana.
En la parroquia, como es de esperar, el tiempo de cuaresma ha sido un tiempo de trabajo intenso, de cansancio agradecido, pues damos gracias a Dios por la oportunidad de servirlo que se nos presenta cada día a través de nuestros hermanos. Confesiones, retiros, encuentros, charlas, ha sido la tónica repetida en estos días. ¡Y todavía siguen faltando obreros para una mies tan grande! Las catequistas tuvieron su retiro cuaresmal el domingo 17 de marzo; los delegados el 24. Ese mismo día, en Cuyamel, se reunían en retiro cerca de 250 jóvenes de nuestra parroquia, con el tema “No hay felicidad si no buscas la santidad”, inspirado en el documento del papa Gaudete et exsultate. Los cortes de luz no fueron obstáculo para que los jóvenes aprovecharan este tiempo de gracia, aunque hubiera exponer el tema a viva voz, ante la falta de medios eléctricos. También el 24 estuvieron de retiro los garífunas; congregados de toda la diócesis, la pastoral garífuna eligió nuestra comunidad de La Milagrosa para realizar su encuentro cuaresmal, animado por el padre Rosendo. El domingo 31 era el turno de los adolescentes de la parroquia, cien muchachos y muchachas de entre 12 y 15 años que se reunieron en los salones Santa Luisa de Marillac, guiados por sus catequistas, para aprender más sobre el tiempo de cuaresma; retiro en el que, por cierto, participaron los niños más grandes del hogar San Ramón. A su vez, el primer domingo de abril, eran la pastoral familiar y el Movimiento Familiar Cristiano quienes se retiraban para dedicar un tiempo al Señor.
No han faltado tampoco, en este tiempo, las actividades solidarias y de compromiso. El sábado 30 tuvo lugar la Maratón a favor del hogar de ancianos, con el lema “corriendo por una buena causa”, que un año más organizó la Municipalidad de Puerto Cortés, a la que agradecemos su compromiso con nuestros ancianos del hogar. Con dos modalidades, 5 km o 10 km, y dos categorías, masculina y femenina, los porteños mostraron su músculo solidario. El dinero recaudado de las inscripciones, 200 lempiras por cada participante, se entregó íntegro a nuestro hogar. Pocos días más tarde, llegaba el turno de la denuncia y el compromiso, con la marcha pro-vida que tuvo lugar el lunes 25 de marzo, organizada también por la municipalidad pero secundada por un amplio número de fieles católicos, además de ciudadanos de otras confesiones religiosas. Todos con un único objetivo: denunciar todo ataque perpetrado contra la vida en todas sus formas: el aborto, la violencia, el maltrato de la casa común…
Hemos retomado en estos meses las salidas a la montaña: Montevista, Nueva Suiza, Jalisco… Bellos paisajes que son un regalo de Dios, regalo que a veces no sabemos cuidar. Todavía hace falta cambiar muchas mentalidades para frenar la deforestación y acabar con la invasión de los plásticos. La sostenibilidad ya no es una opción, es la única vía. El tercer mundo no puede seguir siendo el basurero del primero. Tampoco una fuente inagotable de recursos baratos a cambio de paisajes desolados. Falta una mirada más contemplativa, menos depredadora.
En definitiva, semanas intensas, que vivimos con el deseo de no caer en la rutina, en “lo mismo de siempre”, sino de estar en permanente renovación y conversión, como dice el lema diocesano que da título a esta crónica. Queremos ser una Iglesia que rejuvenece y se hace nueva cada día. Precisamente, esta mañana, en la homilía de la misa crismal, monseñor Ángel hacía alusión a la exhortación apostólica del papa Francisco, dirigida a los jóvenes, Christus vivit, y la ponía en relación con el proceso de evaluación y renovación en la diócesis: la Iglesia que Dios quiere no es una Iglesia anquilosada, una reliquia del pasado, una iglesia estancada, sino la Iglesia eternamente joven animada por el espíritu, la Iglesia que se renueva y es capaz de ofrecer siempre un rostro joven. Porque la “juventud” no depende solo de los años, sino de la actitud del corazón, del anhelo incansable de seguir a Cristo, del deseo de reforma y conversión, animados por el Espíritu, buscando siempre una mayor fidelidad. Que el Señor nos conceda esta gracia de vivir con un corazón joven.
Ivan Juarros, C.M.
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