Formación permanente – Zona Centro
Tras celebrar un año más la gran fiesta que para nosotros los vicencianos representa la Vírgen Milagrosa, nos hemos reunido al día siguiente, lunes veinte y ocho, las tres comunidades de Boggiero, Casablanca y Teruel, para abordar el tema que ha enviado la Comisión de la Formación Permanente para su lectura y estudio.
Esta vez, llevaba por título: La revolución perdida. Está basado en un texto de Jaime Corera sobre el futurible de qué hubiese sucedido si la Iglesia de Francia en particular, o de la Iglesia Católica en general, en vez de caer en posturas espiritualistas, jansenistas o quietistas, hubiese hecho caso a la intuición de San Vicente de aplicar el Evangelio en servir a los pobres. O dicho de otra manera, hubiese hecho efectivo el Evangelio. Y al no lograrse, Jaime Corera la considera una oportunidad perdida, o dicho siguiendo el título, una revolución perdida.
Para ello, sale el contraste de la gran figura de Federico Ozanam con una gran sensibilidad por la cuestión social, no desde la óptica de los movimientos revolucionarios o incrédulos, como apunta Celier, sino desde la postura de un ferviente católico comprometido.
Tras el café de bienvenida, y la oración preparada y dirigida por el P. Julián Arana, el P. Julián Soriano fue llevando el hilo de la reflexión, siendo acompañado por las intervenciones de todos, en un animado debate.
Tras la reflexión, y antes de la comida, aún hubo tiempo para tomar algún aperitivo.
A las dos menos cuarto, una abundante y riquísima comida casera, acompañada de buenos vinos, sirvió de colofón de un día alegre de convivencia y reflexión.
La próxima reunión de formación se ha establecido para el día seis de marzo en Teruel. Lo que sucede es que los compañeros de Boggiero han dejado tan alto el listón, que será muy difícil de superar. Si acaso, nos esforzaremos, al menos, por igualarlo.
A las tres y media, regresamos todos a nuestras comunidades, contentos del día compartido, y con el ánimo renovado para seguir esta herencia en los tiempos que nos ha tocado vivir y desarrollar nuestra misión.
Joaquín Estapé, C.M.
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