La Misión Vicenciana: el Tiempo Fuerte
Queridos amigos, preocupados por el presente y el futuro católico de vuestras parroquias: Un nuevo artículo donde quiero responder a algunas de vuestras inquietudes. Y como lo inicié en los primeros artículos, intentaré justificar teológica y pastoralmente el camino que hoy voy a describir. Ya habréis observado que, como aperitivo de esta nueva reflexión, he relatado alguna de las últimas experiencias misioneras.
Los apoyos y principios que relataré y que constituyen el esqueleto de un tiempo fuerte de misión los consideramos irrenunciables, pero la manera de organizarlos puede ser diversa. Ya he comentado que las circunstancias, que son las que mandan, pueden aconsejar “planes” distintos.
El tiempo fuerte es lo que siempre se ha llamado “misión”, pero nosotros, que entendemos la misión como un “proceso”, lo unimos al tiempo de preparación y al tiempo de continuidad.
Cuatro patas para una…
Un compañero, hablando de la Iglesia, les decía a los niños que ésta (la Iglesia), como una mesa, tiene cuatro patas, cuatro pilares fundamentales. Lo mismo sucede con el tiempo fuerte de misión. Nosotros consideramos que el tiempo fuerte es una acción con cuatro elementos fundantes, que serían: Encuentro con las personas, tú a tú (básicamente a través de distintas visitas); Anuncio del Mensaje (diversificado y por edades); Grupos de Encuentro (de diálogo), normalmente por las casas; Asamblea del Pueblo de Dios (que peregrina en…)
1. Encuentro con las personas
La misión, como movimiento de salida, lo primero que busca es el encuentro con las personas. ¿Para qué? Lo dijo san Pedro: Para dar razón de nuestra esperanza a quien nos lo pida…
El medio principal son las visitas, una realidad tan antigua como el evangelio, pues una de las prácticas que observamos en Jesús es su continua disposición al encuentro–mensaje. La samaritana, Zaqueo, Mateo y el grupo de los publicanos, la comida en casa de Simón y en otras “casas” y un largo etc. son claros exponentes de ello. En la visita tenemos un medio excelente, cuando las personas se prestan a ello, para conocernos y reconocernos, (tanto ellos como nosotros), en un diálogo siempre respetuoso. (Observamos que entre la gente hay un demasiado anonimato, muchos prejuicios, falta de comunicación leal…)
Eso sí; en las visitas ni queremos invadir la intimidad ni forzar la respuesta. Queremos saludar sin más, ofrecer un servicio de fe a todos y decir al estilo de los enviados por Jesús: paz a esta casa, haciendo ver que es el mismo Jesús quien está a la puerta y llama. Y aunque a este ejercicio dedicamos “al menos” una o dos semanas, una visita concreta puede durar desde unos segundos hasta… todo el tiempo que las personas precisen.
No está de más repetir que este encuentro es ya (y fundamentalmente) un primer ejercicio de anuncio y de mensaje. Aunque la visita no es el único medio que tenemos para encontrarnos. Otro medio (encuentro) importante, cierto que para un grupo más reducido, es el tiempo diario que dedicamos a preparar y formar a un grupo de líderes/Animadores que, a su vez, se encontrarán con otras personas de su comunidad. (Lo señalo ahora por que lo iniciamos desde el comienzo, pero lo comentaré luego).
En la visita normalmente y desde hace bastante tiempo, acostumbramos a dejar a las familias el programa de actos de la misión por si les interesa acudir a algo.
2. Anuncio del Mensaje
Es fundamental. Lo dijo Jesús: Id y anunciad Mi Buena Nueva. No podemos pasar por alto el anuncio explícito de Jesucristo Salvador. No podemos renunciar a ofrecer el tesoro de la fe que ha puesto en nuestras manos “frágiles” Dios mismo para compartirlo con todos, cercanos y menos cercanos. (Porque nosotros no queremos ni podemos contentarnos con llamar a los más cercanos).
Este Anuncio del Mensaje (kerygma, le llaman los entendidos), sin renunciar a la necesaria fidelidad, procuramos acomodarlo a los distintos grupos de edad: niños, jóvenes, adultos, mayores… La metodología es también variada (no voy a contarlo ahora) y los lugares de encuentro también.
El Anuncio fiel del Mensaje y el diálogo no son los únicos elementos evangelizadores. Como Jesús queremos evangelizar con los hechos, con actitudes y posturas que hablen de Jesús. Procuramos que el trato con las personas sea evangelizador. Y en este sentido intentamos hacer de puente entre los curas y los fieles, entre los cercanos y los más alejados, entre los grupos parroquiales. Jesús educó así a sus discípulos, haciendo, y por encima de la búsqueda de resultados palpables la misión realiza “signos” y “gestos” de cercanía y bondad.
[Recordad lo que ya señalé: la misión no es cosa nuestra; es de la comunidad parroquial; es con ella y en orden a una comunidad más viva presente en el ambiente. Por eso, procuramos siempre también el encuentro con los distintos grupos de la parroquia y si es posible del lugar. Y permitidme repetirlo, el diálogo «persona a persona» en cualquier circunstancia seguirá siendo un forma importante de “mensaje”].
Una observación más. Aunque el Anuncio del Mensaje procuramos que sea de corte catequético, normalmente habrá una diferencia entre pastoral de misión y pastoral estrictamente catequética. Vaya, que la misión no es ni enseñanza religiosa ni catequesis sin más.
3. Grupos de Encuentro
¿Para que preparamos desde el principio a algunos seglares de la parroquia? En esta etapa lo se concreta: para conducir Grupos de Encuentro.
No quiero sentar cátedra de originalidad. La experiencia de grupos de todo tipo viene siendo una realidad eclesial fuertemente consolidada. Pero en lo que se refiere al tipo de misión que realizamos, quiero confesar que en el origen la idea de los Grupos de Encuentro nos viene, partiendo de Latinoamérica, a través de Italia.
Los “gruppi d’ascolto” según los promocionó el capuchino P. Giogia O.F.M. en la misión de Roma de los años 80 eran un medio para que los curas, muy acostumbrados a hablar y quizá poco a escuchar, hicieran el ejercicio humilde de oír a la gente. De manera y por razones semejantes surgen entre nosotros los Grupos de Encuentro. Les llamamos así porque intentamos que en estos grupos se produzca al menos un triple encuentro: 1. El encuentro con uno mismo; 2. El encuentro con los demás; 3. El encuentro con Dios y con las raíces de la fe.
Así, normalmente, en la última parte (semana) de una tiempo fuerte de misión hemos procurado conseguir y organizar una serie de lugares, normalmente casas, a lo largo y a lo ancho de toda la parroquia, donde dialogar en torno a temas de interés, humanos y de fe.
4. La Asamblea del Pueblo de Dios.
Aunque breve, pero preparada, es el último paso en el tiempo fuerte de misión. Y aquí, otra vez, las circunstancias mandan. Sería ideal dedicar a la Asamblea al menos un día completo o dedicar unos cuantos días a programar con las personas más comprometidas de la parroquia la continuidad. Pero la falta de tiempo de la gente hace que tengamos que reducir el tiempo de su realización.
La Asamblea exige un diálogo profundo con el párroco y con las personas más sensibles de la parroquia sin lo cual es casi imposible asegurar un tiempo de continuidad fructífero.
La Asamblea es, llamémosle, una estructura en la que se intenta recoger y encauzar los frutos de un tiempo de misión. Es un momento de compromisos de cara al futuro. En la Asamblea se expresan, como voz de carne del Espíritu, los grupos.
Complemento
No lo he comentado todavía porque esta realidad se vive a lo largo de todo este tiempo de misión. Me refiero a las celebraciones. Y junto con las celebraciones los ratos intensos de oración.
La misión que buscamos promocionar y que no quiere ser de corte “sacramentalista”, se manifiesta también en momentos celebrativos intensos y en ratos profundos de oración. Y estos momentos, claramente conectados con el Anuncio, los encuentros “tú a tú” y los Grupos.
Para quedarme bien
El tiempo fuerte de una misión es una realidad muy rica. No me he quedado satisfecho con lo que he contado. Pero tampoco quiero alargarme más de la cuenta. Creo que lo fundamental lo escribí. Hasta otra…
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