Los profesores del Colegio de la Inmaculada de Albacete celebran el comienzo de curso
Introducción
El curso pasado fue una experiencia dura para todos, a causa de la pandemia del covid, pero especialmente lo fue para los profesores, obligados a realizar sus tareas docentes en circunstancias especialmente complicadas: combinar la enseñanza online con la presencial, cambiando horarios, desdoblando, a veces, el número de alumnos; añadir la preocupación para evitar el contagio entre ellos y los alumnos, entre los mismos alumnos.
Este nuevo curso presenta mejores perspectivas. Se les notaba más distendidos y hasta optimistas, con ganas especiales de comenzar y dejar atrás los malos recuerdos del curso pasado.
Eligieron para la celebración de comienzo de este curso un lugar abierto, en plena naturaleza; y esto no solo por seguridad, sino también para inaugurar solemnemente La parcela, una finca familiar, en la que se acoge durante el año a emigrantes, y de la que podrá disponer la Familia Vicenciana para celebraciones y encuentros especiales durante el curso.
La amenaza de las lluvias de Septiembre no fue obstáculo para mantener la celebración en este lugar tan especial… Al final, el peligro de lluvia se disipó y tuvimos un día espléndido, como muestran las fotografías.
Reunión previa de revisión y planificación del curso
Desde las 9, los profesores, divididos en grupos homogéneos, dialogaron a fondo sobre el curso anterior, evaluaron resultados y dificultades y avanzaron proyectos para el nuevo curso, con la esperanza de que el temporal de la pandemia amaine y les permita volver a la normalidad.
El ambiente de alegría y de empatía era manifiesto entre todos, después de la dura experiencia del curso anterior.
La Eucaristía
Después de un café de fraternidad y un pequeño descanso, se pasó a la celebración eucarística, que previamente habían preparado con esmero.
De alguna manera había perfecta sintonía entre el lugar espléndido, de cielo abierto, las lecturas del día y el ambiente creado entre todos. La primera lectura (Col.1,15-20) nos invitaba a contemplar la plenitud de de Dios, que se manifiesta en las criaturas. El salmo proclamaba la grandeza de Dios: “Aclama al Señor tierra entera. Servid al Señor con alegría…” El Evangelio (Lc. 5, 33-39) nos señalaba el camino de la vida nueva en Cristo.
La homilía quiso ser una llamada fuerte a los profesores y seglares comprometidos con su fe a tomar conciencia de su responsabilidad en la evangelización. Ser cristiano es ser misionero. Habrá que tomar conciencia clara de esta misión específica de todo cristiano, no sólo de los sacerdotes y de los misioneros en tierras de misión.
Y esta nueva realidad apremiante, no solo se debe a la escasez de sacerdotes en el momento actual, sino a la esencia misma de la vocación de cristiano, que nos exige a todos en razón del bautismo, la disponibilidad a proclamar la Buena Nueva del evangelio.
Es urgente que los seglares que quieran vivir su fe en plenitud tomen conciencia de esta exigencia y vayan preparándose para ejercer sus funciones de evangelizadores allá donde sea más necesaria su presencia.
La oración final fue especialmente significativa
Esta es la oración final que elaboraron los profesores:
“Señor, que aprenda de ti a amar, a escuchar, a respetar, a trabajar, a orar.
Que afronte con fuerza mis obligaciones, tareas y sueños.
Dame fuerzas para cambiar y ser odre nuevo para las nuevas realidades que se nos presenten.
Haz que Tú, que eres 100% corazón. latas en mi con la intensidad de una vida de verdadera entrega. Amen”
Félix Villafranca, C.M.
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