Misiones populares en Cartagena
ACCIÓN MISIONERA EN LA
PARROQUIA “SAN FRANCISCO JAVIER” DE CARTAGENA
“¡Ha valido la pena!”… si con una frase se pudiera resumir el momento de comunión evangelizadora – MP-3 (antiguo “Tiempo Fuerte”) en la Misión Popular que, durante tres años, hemos venido desarrollando en tres fases diferenciadas en los barrios de Los Barreros y de Cuatro Santos de Cartagena, sería precisamente esta.
Es verdad que se podría haber conseguido mucho más, al estilo de las Misiones del P. Langarica o la famosa de Sevilla, pero dado los tiempos de increencia generalizada en que vivimos, debemos decir que ciertamente, nos vamos con muy buen sabor de boca.
Esta última fase se inició el dos de noviembre, con el Envío de los misioneros por el Sr. Obispo D. José Manuel Lorca, tras imponernos las manos y el crucifijo a los PP. Paúles, Hijas de la Caridad y laicos comprometidos que integraron el equipo dinamizador parroquial. Durante tres semanas, se ha trabajado visitando hogares para invitar a las familias a asistir a la Misión; visitando enfermos llevándoles una palabra de aliento, la comunión y, en algunos casos, la Santa Unción; se ha trabajado con los niños y con los jóvenes; y se ha reflexionado en los Grupos de Encuentro en las casas y en la asociación de vecinos.
Esta tercera fase de la misión, constituía todo un reto para el Equipo, ya que el P. Chema Ibero, que tanto luchó por este nuevo Equipo Provincial de Misiones, debía dejarnos para incorporarse a nuestra Misión en Honduras (en donde había dejado su corazón), y se iniciaba como nuevo coordinador el P. Mikel Sagastagoitia, quien supo recoger el testigo de su predecesor, e insufló nueva savia y nuevas ilusiones a todo el Equipo: PP. Josico Cañavate, Jesús Mari Egüés, y este servidor que os relata esta crónica; y a las Hijas de la Caridad Sor Mari Paz Blaya y Sor Luisa Morante, que ya estuvieron en las otras dos fases con el P. Ibero.
Es verdad que hoy en día, estos tiempos recios demandan que el Equipo sea lo suficientemente ágil y maleable para poder adaptarse a las realidades tan diferentes que comportan cada tipo de parroquia. Y les comentaba que ha valido la pena, pues hemos visto que de casi una frialdad glacial en los primeros compases de esta Misión hace dos años, se han podido ver ahora, cambios muy positivos, tanto por el número de los que asisten a la Parroquia de S. Francisco Javier de Los Barreros, como por personas que, de estar alejadas de la parroquia, ahora han pasado a comprometerse como catequistas de la misma; o a llevar Grupos de Encuentro en sus hogares; o traer a sus esposos a Misa…etc. Y todo, gracias a los “pateos” interminables, a las visitas a los hogares, a la animación en las celebraciones litúrgicas, en las que recalcamos “a tiempo y a destiempo” que la misión no era de los misioneros, sino suya, del barrio. Y que ellos no eran receptores pasivos, sino activos. Y ello, a través de cuatro ideas de fuerza que les hemos ido inculcando: Discipulado, Comunión, Misión y Compromiso con el pobre.
Otro aspecto positivo es que, el “radio macuto” de esa Diócesis funciona muy bien, y el ejemplo de Los Barreros ha florecido en otras parroquias y sus barrios. De esta manera, ya estamos en la etapa de Mirada Misionera (MP-2) en las Parroquias de La Esperanza y de Santa Ana, hogar esta última, de nuestro queridísimo compañero Josico. También estamos desarrollando la Convocatoria (MP-1) en las parroquias cartageneras de S. José Obrero y de Los Molinos de Marzagán. De esta forma, se nos abre el abanico para los meses de Febrero, Marzo y Mayo, y parte del curso que viene. Además de otras parroquias que ya han mostrado interés al cundir el ejemplo.
Éste, ha resultado ser un equipo muy potente e integrado, ayudándonos para ello la disposición y el ejemplo de las Hijas de la Caridad que, aun siendo mayores, estimulan a los más jóvenes a no rendirse.
Cabe destacar que, el Pregón misionero, como anuncio festivo del kerigma, fue por todo lo alto; integrado con la religiosidad popular, ya que no queremos una “religiosidad descarnada”, sino totalmente imbuida en el sentir del Pueblo de Dios, desde el que partimos. Hubo también otros momentos especiales, como el de la celebración comunitaria de la Reconciliación. Hasta que llegamos, el domingo 24, a la gran Asamblea del Pueblo de Dios, en la que fluyeron los agradecimientos, los testimonios de los laicos que habían participado activamente durante estos tres años, y el compromiso que adquirieron de no dejar que esto que ya se vivía, fuera a enfriarse o decaer. Así lo recogió el entusiasta y dinámico párroco, Pedro José, que se comprometió a acompañar, esa gran parroquia de unos veintiséis mil habitantes, hacia la permanente conversión misionera, en continuidad con lo ya realizado.
Gracias por permitirme compartir con todos vosotros estas líneas, para que conozcáis la sensación positiva que nos embarga y nos anima a entregarnos nuevamente a la evangelización, haciendo nuestro el mandato del Papa Francisco de salir de las sacristías para llamar a las puertas de nuestros hermanos.
Joaquín Estapé, C.M.
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