Cine-Club Paúles (Barakaldo): un referente en la transición (II)
2. La crisis de la exhibición en Barakaldo
La crisis de la exhibición cinematográfica, aunque tenía un componente global y unos rasgos comunes para el conjunto estatal, presenta una concreción propia dependiendo del marco geográfico que tomemos. Esta no tenía la misma dimensión en las zonas rurales, donde se había manifestado inicialmente, que en las zonas urbanas. Incluso dentro de éstas últimas se pueden apreciar diferencias significativas, dependiendo del volumen de su población.
El retroceso del espectáculo cinematográfico en Vizcaya comienza en 1967, cuando el número de los cines disminuye en 8, pasando de los 164 a los 156 de 1966. La clausura de las salas prosiguió, sumando 22 hasta 1970 y 47 hasta 1975, situando su número en 117 cinematógrafos, durante éste último año.
El cierre de las salas en el territorio histórico vizcaíno fue menor en relación con el conjunto de España, 28,66 por ciento entre 1966 y 1975 frente al 38,64 por ciento estatal. En cambio la pérdida de espectadores fue mayor: 7,56 millones hasta 1970 y 10,35 millones hasta 1975, lo que representaba un retroceso del 46,15 por ciento frente al 36,45 por ciento estatal.
La regresión del espectáculo cinematográfico, que en esos años comenzaba a dar sus primeros pasos, se hizo visible en Barakaldo en 1970 con la clausura de sus primeras salas. Esta comenzó con el cierre, el 15 de marzo, del Cine Buen Pastor, dos semanas después, el 31 de marzo, el turno fue para el Gran Cinema Baracaldo.
Ambos respondían a tipologías claramente diferentes. El Buen Pastor, ubicado en el barrio de Lutxana, era un cine parroquial, que había abierto sus puertas en 1962. Mientras que el Gran Cinema, situado en una arteria comercial cercana al centro del municipio, era el decano de los cines barakaldeses, ya que se había inaugurado en 1915. Con su cierre se ponía fin a una parte fundamental de la historia de la exhibición cinematográfica en Barakaldo.
Concluía, igualmente, la última fase ascendente del espectáculo cinematográfico. Esta había comenzado en 1955 con la construcción del Cine Guridi y el Cine Luchana, y se había prolongado durante los primeros años de la década de los sesenta, cuando en tres años se abrieron cinco cines más: Coliseo San Vicente, Altos Hornos de Vizcaya y Cine Rontegui, en 1960, el Cine Burceña (1961) y Buen Pastor (1962). La apertura de estas salas situó la oferta cinematográfica en 11 cines, sumándose a los cuatros existentes: Gran Cinema Baracaldo, Teatro Baracaldo, Salón España y Salón Fantasio.
Un escenario irrepetible, que ahora comenzaba a resquebrajarse. A los cierres anteriores hay que sumar dos más: el Cine Luchana, en 1971, y el Teatro Baracaldo, en 1975. Aunque la clausura de este último no se puede ni se debe imputar a la crisis del espectáculo cinematográfico, pues fue una consecuencia, no deseada, de la larga disputa que mantuvieron la empresa Vizcaya Cines, arrendataria de la sala, y el Ayuntamiento de Barakaldo, titular de la misma, en su intento por recuperar su control. Tras lograr su objetivo el Consistorio no supo que hacer con la sala, que acabó convertido en almacén municipal. Su intento de rehabilitación posterior no fue posible por lo que se optó por su demolición, construyendo en su espacio el actual Teatro Barakaldo.
Estas clausuras evidenciaban la nueva etapa, en este caso descendente, en que había entrado también la exhibición cinematográfica en Barakaldo. Retroceso que no hemos podido cuantificar, ya que no disponemos de los datos correspondientes a los espectadores que dejaron de ir al cine durante estos años. Por lo que únicamente podemos dejar constancia del hecho común, incontestable por otra parte, que supone el comienzo de la regresión del espectáculo cinematográfico en la Anteiglesia.
Tras estos cierres el panorama de la exhibición comercial en Barakaldo, durante 1975, quedó conformado por seis cines: Rontegui y Altos Hornos de Vizcaya, gestionados por la empresa Juan Alvarez S.A., filial de la S.A. Trueba de Espectáculos, la empresa líder en Vizcaya; Guridi, perteneciente a la empresa Larraona, y el Salón Fantasio, gestionado por la empresa Vizcaya Cines; Coliseo San Vicente y el Cine Burceña, propiedad de las respectivas parroquias, que eran explotados directamente por las mismas.
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