De peaje en peaje y pago porque me toca
Supongo que habrá “cronista” oficial (especialmente de las interioridades). Es el caso que, después de 9:30 horas, aterrizamos en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme. Subrayo el “nombre” no la “instalación” ni el “entorno” (sobresalientes). Añádase en el reconocimiento a la pequeña Comunidad que atiende la casa (excelente). 21:30 horas con parada en Pamplona (una hora escasa para una comida del Club de los 400), tres minutos de cortesía callejera en Corella y media hora de repostaje furgonetil y personal en uno de los peajes de la autopista hacia el Mediterráneo. Noche cerrada a partir de las 19:00. Salimos de Barakaldo a las 12:00. Me pierdo dos clases y la ruta del vidrio de la tarde. ¡Lo siento Emilín!
Componemos la comunidad ejercitante trece incautos (por lo del peregrinaje y el número): seis estudiantes, cuatro formadores, dos apegados y el Director. Me encuentro entre los apegados junto al simpático Ademar (de la Provincia de la República del Congo, residente por estudios en Pamplona). Habitación “hospitalaria” 125. Bien amueblada y con vistas hacia otros edificios enclavados en una extensa y bien cuidada finca alejada del “mundanal”. Intuyo una cierta “vendetta” respecto al año pasado. Comparte espacio con nosotros un numeroso grupo de veteranos Salesianos. Estamos en la “Casa de Espiritualidad Santa Teresa” atendida por las Religiosas de San José de Gerona. ¡Aquí nos han traído! 800×2= 1600 kilómetros del ala. Y yo con estos pelos. Son las 7 de la mañana del 19 de marzo. Amanece un día clareado. Fiesta de san José… y del Pepe Pascual y del Pepe Hervás y del Pepe Moleres… ¡Cuidad la finca!
Aquí, en este párrafo, es donde los cronistas de las interioridades deben escribir lo que consideren oportuno. Temas hay más que suficientes (en algunos casos hasta profundos). Abro algunos títulos para el desarrollo de los correspondientes capítulos: las manos ajadas de José, la burra de la entrada en Jerusalén, la afición de Jesús al banqueteo, el olor de las periferias, mejorar o desaparecer, el trabajo intensivo o en tensión, comparte la carga si no quieres deslomarte… Todo ello para los correspondientes juntapalabras de lo espiritual. “Timeo misticos et dona ferentes”, creo que es la cita. El espacio es gratuito, la colaboración también. No hay remuneración… ¡todavía!
Día 23. Amanece templado. Toca carretera. ¡Mucha carretera!… ¡Demasiada!… Despedidas efusivas. Se incluye algún salesiano. Ocupamos la “furgona” a las 9:45. Me ubico en la parte posterior. Delante Ademar. Delante Iván que conduce. A su vera verita el P. Corpus. Detrás Josico. Detrás… ¡vacío!… Todo para mí. Previendo la comodidad del asfalto enciendo el ordenador. No hay wifi. Me entero que el lugarejo se llama Solius.
10:05: peaje. 10:30: salida del peaje. Nos adelanta un AVE. Tiene prisa. Vuela.10:50: peaje. Zaragoza: 250 km. Se anuncia ROCA sobre un edificio de ladrillo rojo. Recuerdo a Joaquín. Algunas masías salpican un paisaje monótono y árido. Tráfico fluido. Los viñedos ocupan parte del espacio agrario. Pino mediterráneo que alivia la mirada. Ocho camiones por minuto en dirección contraria. La frontera francesa. Zaragoza: 230 km. Son las 11:15. Dejo hibernada la crónica de este maratón espiritual. El tráfico es escaso desde que hemos tomado esta dirección y abandonado la costa. Paisaje desolador. Abro otro trabajito que para nada importa a los consumidores de nuestra WEB provincial.
Transcurren las monótonas horas adelantando, adelantando… menos al AVE. Canal de Serós, ríos Segre y Cinca. A las 12:25 entramos en Los Monegros. Parada y “repostaje”. Con cambio de conductor y copiloto reanudamos el camino. Son las 13:00 horas. Tras el “meridiano” vislumbramos la inmensa paramera “y donde hay agua una huerta”; viejas casetas de viejos pastores de olvidados oficios jalonan un paisaje de “polvo, niebla, viento y sol”. La señal indica 120; el cuentakilómetros 135. Nadie nos adelanta en 30 kilómetros. Peaje a las 13:17. Circulamos por una extensa vallejada sin límite alguno montañoso: Aragón. Algunos almendrales verdean la monotonía ceniza del paisaje.
Zaragoza, km 0. Son las 13:38. A nuestra derecha Juslibol; a la izquierda las inhiestas torres del Pilar. Pamplona a 168 kilómetros. Girones de nubes blancas amortiguan la temperatura. Nos adelanta un 3546. El Ebro guarda silencio mientras enriquece el amplio valle. 13:53: peaje. Nos adelanta un 7742. Reverbera el sol en la monótona superficie de los eriales. “Hacia el Oeste el Moncayo”. 14:02: Pamplona, 125 kilómetros. Entramos en el viejo Reino. Champiñoneras de paneles solares. 14:18: ”…y Tudela su mejana”. Por fin dejamos la Bilbao y embocamos Pamplona. 14:24: Peaje: se paga. 14:40: Peaje: se paga. 14:54: Olite. 15:00: Peaje: se paga. Cielo nublado, temperatura fresquita. Desembarcamos en La Milagrosa a las 15:15.
Recepción solemne. Comida servida y distendida. Dejamos a Iván y Ademar en Pamplona. Son las 16:15. Carretera y manta. Peaje: se paga. Recorrido conocido: La Barranca, la Burunda… nieve en las laderas. Tráfico fluido. Bordeamos Vitoria sumidos en conversación. Pasamos el túnel de Aiurdin y dejamos la autovía. Josico se queda en Murguía para celebrar con JMV la Pascua. Nostalgia al pasar por delante del aún nuestro antiguo caserón. Se ve bien la fachada. Peaje: “recoja ticket”. Enfilamos la siempre peligrosa bajada de Altube: dirección Bilbao. Peaje: pague. Se hace quizá por mimetismo. Llegamos a Barakaldo a las 18:00. Así acaban los días. Comienza la mejora.
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