Encuentro de ministerios en Casablanca, diciembre 2023
Los días 5 y 6 de Diciembre se desarrolló en Zaragoza-Casablanca el habitual Encuentro anual de ministerios. Puntualmente llegaron los 18 participantes el lunes, día 4, y a ellos se añadió al día siguiente D. José Antonio Satué, Obispo de Teruel-Albarracín, que nos dirigió la reflexión sobre la sinodalidad durante todo el martes.
Partiendo de un posicionamiento inicial, la realidad de la Iglesia hoy, trazó un análisis que, por lo que resultó ser, no es tan novedoso, pues ya sentaron los fundamentos los Padres Conciliares del Concilio Vaticano II. Pero ha sido Su Santidad el Papa Francisco, quien ha relanzado la tarea sobre toda la Iglesia. Tal vez, el término sí que es nuevo, pues lo que ahora se llama “sinodalidad”, antes quedaba encuadrado bajo el sustantivo de “corresponsabilidad”. Pero se vió que dicho vocablo podía dar paso a equívocos.
¿Pero a qué nos estamos refiriendo al usar éste término de sínodo? Porque se habla y mucho de “Sínodo de Obispos”, etc. ¿Y ahora?
Pues es la reflexión de TODO el Pueblo de Dios que se ve interpelado por la Iglesia. Si cogemos el referente del Cardenal Suenens quien, allá por los años sesenta del siglo pasado, lanzó la pregunta de: Iglesia, ¿qué dices de tí misma?, nos vemos abocados a reflexionar todos, no sólo la cúspide de la jerarquía eclesiástica, sino todos los bautizados, para reflexionar, orar y dar propuestas hacia qué camino ha tomado la Iglesia y qué esperamos de ella. El Pueblo de Dios se siente alegre de ser consultado, y participa en reuniones de diversa índole para dar respuesta al desafío lanzado por el Papa. Una concepción eclesial que dista mucho de los pronunciamientos de los pontificados piramidales y jerárquicos que llegaron hasta el Papa Pío XII, y empezaron a cambiar sustancialmente con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, llegando hasta el actual Papa Francisco.
Hemos pasado de una imagen de la Iglesia como “Madre y Maestra” a una Iglesia que se ha dado cuenta de que es débil y pecadora, perdiendo en buena parte el referente moral de épocas pretéritas. Dicha Iglesia, debe caminar en un mundo globalizado y subjetivo. Y es a este mundo al que quiere dar respuesta, escuchando sus anhelos y tratando de responder a los desafíos de este nuevo paradigma social.
El “Sínodo ha venido para quedarse”. Por tanto no asusta para nada a los Padres y Madres sinodales los dos peligros que parece puedan amenazar este camino recién inaugurado: una contrarreacción inmovilista o un futuro “revolucionario” de cambio total.
Y es que no se trata tanto de un Parlamento a nivel eclesial, sino de escuchar al Espíritu Santo, que es quien realmente guía a la Iglesia y nos inspira a todos el gesto y la palabra oportuna. Ni tampoco es una democracia “ad usum”. Se trata más bien de un camino de fidelidad creativa, pero fiel a la Tradición de la Iglesia. Y todos tenemos la obligación moral de participar para que la Iglesia vea por qué derroteros va el “sensus fidei”. Flaco favor haríamos si pensáramos que eso no va con nosotros, o que para qué opinar si nada va a cambiar. Por tanto, ver la realidad, discernir, y acoger. Caminar unidos por y para la misión. Y todo ello con realismo, paciencia y constancia.
El segundo día se dedicó, guiados por el P. Visitador, Santiago Azcárate Gorri, a hacer un repaso y evaluar las Líneas Operativas 2018-2024 de nuestra querida Provincia: El estado actual de todos nuestros ministerios: Trabajo en Parroquias; las Misiones Populares; nuestra Misión en Honduras; la Comunión Misionera; la Formación Permanente en clave misionera; la Pastoral Juvenil y Vocacional; y el Servicio de la Caridad.
Fueron dos jornadas muy intensas, pero que nos dejaron a todos los presentes dos sensaciones: Que vamos bien pero siempre lo podemos hacer mejor; y que hemos de recoger el desafío que hoy nos lanzan la Iglesia y los pobres para seguir evangelizando con la esperanza de que se abran unos tiempos nuevos para transformar la Iglesia y la Sociedad.
¿Sabremos estar a la altura de estos nuevos retos? Ilusión no falta, tal vez otras variables nos puedan afectar. Pero si decimos y reconocemos que la Iglesia la lleva e Espíritu Santo, estamos seguros del éxito final. Así que ¡Manos a la obra!
Joaquín Estapé, C.M.
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