In memoriam (Pamplona, 26 de Julio de 2020)
Se repite constantemente, y es una realidad que todos hemos experimentando, que una de las cosas que más costó durante los días de confinamiento fue no poder acompañar ni despedir a nuestros seres queridos que iban enfermando y muriendo. Pasado ese período, hemos podido celebrar la despedida de los PP. Ramón Belmonte, Jesús Larrañeta y Antonio Ulibarrena, además de un numeroso grupo de Hijas de la Caridad de la Provincia de España-Este que fallecieron en esos días.
Coincidiendo con las Eucaristías que estaban programadas en las Diócesis españolas para el domingo, 26 de Julio, y dado que en Pamplona esa celebración se había hecho el día de Santiago, nos reunimos en nuestra Iglesia de la Milagrosa de la capital navarra a las 11,30 de la mañana del 26 para honrar a nuestros difuntos e interceder por ellos ante Dios.
Presidió la Eucaristía nuestro Visitador, el P. Santiago Azcárate, que estuvo acompañado en el altar por D. Juan José Larrañeta, O.P. obispo emérito de Puerto Maldonado (Perú) y hermano de nuestro P. Jesús. Concelebraron también diez misioneros paúles y el diácono que suscribe. Se recomendó que no se asistiera de las comunidades de fuera de Pamplona debido a que los rebrotes están amenazando de nuevo nuestra salud. Había también en el templo un buen número de Hijas de la Caridad, ya que teníamos presentes a las hermanas fallecidas, y especialmente a las tres de la comunidad de Falces (Navarra). Y asistieron los hermanos y familiares de los PP. Larrañeta y Ulibarrena, además del número de fieles que permitía el aforo prescrito.
El P. Luis Miguel había cuidado muy bien todos los detalles de la Iglesia y de la celebración. El organista armonizó con mucho cuidado los cantos y la ceremonia. El P. Visitador nos recordó en su homilía la necesidad de buscar el Reino de Dios, de darle cobijo en nuestro interior y de hacerlo presente en el mundo, tarea a la que se habían dedicado hasta el final los misioneros y las hermanas que estábamos recordando. El ambiente de recogimiento y oración era patente en el templo y la imagen de la Virgen de la Medalla Milagrosa que remata el retablo nos llenaba de consuelo y esperanza. ¡Descansen en paz nuestros misioneros y nuestras hermanas!
Aarón Delgado Méndez, C.M.
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