Los Misioneros Paúles en el Seminario de San Pablo (Cuenca)
Dos fechas cierran el paréntesis de la historia del Seminario de S. Pablo de Cuenca, como centro dedicado a la formación de seminaristas Paúles: 1922 (llegada de los teólogos) y 1973 (salida de los dos últimos cursos de apostólicos camino de unas vacaciones de verano, que quizá para S. Pablo no tendrán fin).
La historia del Seminario de S. Pablo durante esos años reviste unos caracteres de estrella «nova»: fulgurante aparición en el firmamento conquense, rápida llegada a un máximo de fulgor, y fulminante declive y casi desaparición, convertido en estrella «enana».
Ahí van escuetamente, descarnadamente, como los viejos muros de S. Pablo, los datos y hechos más cimeros acaecidos desde el año 1928, fecha clave para la C.M. en España (Centenario de los PP. Paúles en Madrid) y ya recogida en un álbum conmemorativo; en ese álbum se encierran los hitos de los años de nuestro Seminario conquense.
Teologado (1922-57)
La llegada de la República (1931) prácticamente no alterará en la ciudad de Alfonso VIII la aureola prestigiosa adquirida por el centro en el terreno cultural (canto, teatro, trabajos literarios, etc., ni en el religioso. Pero el ambiente se iba enrareciendo en ciertos sectores. La quema de conventos (mayo) acelera acontecimientos en toda España. De Madrid cierto día avisan la llegada del 4º curso de teología… Pero no pasarán de Jábaga; se tienen que volver a Madrid; en Cuenca el «pueblo» se había soliviantado ante el rumor de que llegaban fugitivos de Madrid.
La tensión crece con la incertidumbre ante él resultado imprevisible de las próximas elecciones a Cortes Constituyentes (verano 1931). Se acorta el curso, y el estudiantado sale para Murguía. Pero al empezar el nuevo curso hallamos de nuevo a nuestros teólogos a la sombra de la «Sultana».
En el año 1936, con ocasión de la Fiesta del Trabajo (1 de mayo), una imprudencia de uno de nuestros seminaristas provoca las iras de los excursionistas, que descendían pacíficamente del cerro del Socorro.
Durante el paréntesis de la guerra (1936-39), S. Pablo, en función de albergue, guardería, etc., es primordialmente refugio de gente desplazada.
Superiores de esta época: PP. Adolfo Tobar, Silvestre Ojea (28-32), Julián Morales (32-38), que inició el largo éxodo, de tres años, con su comunidad itinerante.
En septiembre de 1939, con la paz volvió de nuevo a Cuenca el teologado. El Seminario y la iglesia habían permanecido enhiestos en su desnudez. Su mobiliario había desaparecido en buena parte, o quedado muy deteriorado. Tiempos duros, como el invierno conquense, los inmediatos a la guerra. A pesar de una economía más alcantarina que franciscana, rápidamente brilla de nuevo en su máximo resplandor el prestigio fulgurante de S. Pablo: al canto y al arte escénico se añade el imán de un belén monumental; los sacerdotes diocesanos viven recoletamente los días de ejercicios, atendidos solícitamente por todos los miembros de la comunidad de S. Pablo. Desde el año 1946 será el Seminario de S. Julián el lugar de los ejercicios para los sacerdotes diocesanos; que sepamos, todavía el año 50 darán nuestros Padres las tandas de ejercicios sacerdotales en Cuenca.
Como un presagio (1947), un aparatoso derrumbe de rocas corta la subida a nuestro Seminario. El año 1953 la fachada se acicala: hay constancia de ello en un escudo parlante a base de rábanos y espinos, que monta el dintel de la puerta principal.
Ante el crecimiento desbordado del número de seminaristas, más las exigencias de un nivel académico superior y las instalaciones proporcionadas, que exigían los nuevos tiempos, los Superiores (Visitador: P. Silvestre Ojea) decidieron el traslado del teologado al nuevo seminario de Santa Marta (Salamanca), hecho que se realizó el año 1957, siendo superior de S. Pablo el P. Calixto Osés y Visitador el P. Vicente Franco.
Superiores: PP. Silvestre Ojea (1938442), Gregorio Sedano (1942-46), Veremundo Pardo (1946), Silvestre Ojea (1946-48), Tomás Crespo (1948-49), Ricardo Rábanos (1949-56) y Calixto Osés (1956-57).
Filosofado (1957-62)
En otoño del 57 llegaron a S. Pablo, como nuevos huéspedes, los estudiantes de 3º de filosofía, procedentes de Hortaleza, también saturada de seminaristas. Con ellos los PP. Rafael Sáinz (nuevo superior), Vicente de Dios, Tomás Lucea José Gonzalo y Miguel Raigoso. S. Pablo iniciaba el rápido declive en su categoría de centro intelectual; era el primer escalón de bajada: del teologado al filosofado.
Seminario Interno (1965-70)
Era el año 1962, siendo Visitador el P. Domingo García, cuando se determinó que nuestro Seminario Interno residiría en S. Pablo. La acomodación del viejo edificio requirió una mejora sustancial, ampliándolo con un piso, renovándolo todo e invirtiendo en ello una cuantiosa suma. Así podría recibir hasta cerca de 200 seminaristas; todos los seminarios españoles vivían la marea viva de la inflación vocacional. Hasta la iglesia de S. Pablo llegaron las auras de un remozamiento con aires abaciales, magnífico escenario de las ceremonias religiosas, que durante el Noviciado alcanzarían alturas insospechadas antes.
Pero fue precisamente durante esos años (1964) de renovación del odre viejo de nuestro S. Pablo, cuando un nuevo, extenso derrumbe, esta vez del muro de contención de la explanada sobre el Huéoar, hizo temer por la integridad de nuestro templo.
Por fin, el 8 de septiembre do 1965, con su Director (P. Félix García Tejero) al frente llega el nuevo estamento de seminaristas. Les aguardaba con ansias no reprimidas el P. Calixto Osés, una vez más custodio mayor de S. Pablo, y que durante los tres años últimos había mantenido la presencia de los Paúles en medio de los claustros y pasillos vacíos de seminaristas y llenos de cascotes y sacos de cemento.
El mismo verano de 1965, callada y abnegadamente, las Hijas de la Caridad se hacen cargo de todos los servicios de cocina, enfermería, lavadero, etc. Y allí siguieron todas ellas firmes hasta el cierre del seminario el año 1973.
El bondadoso Sr. Obispo, D. Inocencio Rodríguez, pone el año 1966 su V. B. al nuevo contrato de usufructo del Seminario en favor de la C.M.: lo podríamos seguir disfrutando durante treinta años…
Mysterium salutis: Un nuevo reajuste se impone en la estructura íntima del Seminario Interno. El año 1969 (es ahora Director el P. Javier Martínez San Juan) uno de los cursos inicia el «Mysterium salutis». No se trata del Noviciado propiamente dicho, sino de una iniciación en las ciencias del espíritu, tanto en la práctica, como en su teoría, pero sin los efectos jurídicos del ingreso en la C.M.
Superiores: P. Calixto Osós (1963-71)
Directores: PP. Félix García Tejero (1963-66), Miguel Pérez Flores (1966-68), Javier Martínez San Juan (1968-1970).
Escuela apostólica (1970-73)
Y S. Pablo desciende en rápida zancada otro nuevo escalón. Con la división de la Provincia C.M. de Madrid el destino del Seminario de S. Pablo experimenta un nuevo cambio: allí quedaron los alumnos del «Mysterium Salutis» pertenecientes a nuestra Provincia de Zaragoza. Era el año 70. A ellos se unieron los apostólicos de 5º, 6º y Preu. El P. Osés seguía de Superior: actuaba como un auténtico cordón umbilical transmisor de todas las esencias, glorias y tradiciones del gran S. Pablo. Con él formaron la nueva comunidad los PP. Martín Abaitua, Jesús M. Muneta, Ángel Pascual, Rafael Villarroya y Cecilio Zazpe.
El número de alumnos aspirantes al sacerdocio sufría un descenso marcadísimo en toda España: el termómetro vocacional iba hundiéndose rápidamente por causas de índole muy compleja.
Ahora es la Nueva Ley de Educación la que impone un nuevo orden: el curso del C.O.U. se traslada con el P. Rafael Villarroya a Zaragoza (1971). Así quedan en Cuenca únicamente dos cursos de apostólicos (5º y 6º) con una cincuentena de alumnos en total. El P. Martín Abaitua (1971), último Superior del Seminario de S. Pablo, forma comunidad con los PP. C. Osés, José Luis Argaña, Ángel Pascual y Jesús Eguaras, más el H. Feliciano Pérez.
Y al año siguiente un nuevo recorte a S. Pablo: los apostólicos asistirán a las clases del Instituto. La comunidad llega a su mínima expresión: tres Padres, más el Hermano, ya impedido para todo; los alumnos no pasan de la cuarentena.
Cierre del Seminario (1973-74)
He aquí algunas de las razones, que pesaron en la decisión tomada por el Senado Provincial para cerrar el Seminario (27.1.73), siendo Visitador el P. Jaime Corera:
- el número do alumnos de la apostólica de los últimos años resultaba excesivamente reducido para la gran capacidad del centro, lo cual lo hacía muy oneroso desde el punto de vista económico.
- la ubicación del Seminario en un distrito universitario distinto de Zaragoza, a cuya universidad civil acudían nuestros Estudiantes de cursos superiores antes de su ingreso en el Seminario Interno, podría presentar dificultados de trámite administrativo.
- por otra parte, la apostólica de Teruel (de propiedad nuestra, a diferencia de S. Pablo) presentaba en su estructura material señales de deterioro profundo, al tiempo que la crisis vocacional presentaba en aquella zona caracteres muy agudos.
- a todo lo anterior se juntaba que la actividad pastoral, tanto en la Ciudad, como en la diócesis de Cuenca, no prometía ser abundante.
Ante estos hechos se hicieron diversos intentos, todos ellos fracasados, para revitalizar a S. Pablo: convertirlo en residencia para estudiantes de magisterio, en colegio universitario (recién concedido a Cuenca), en colegio filial, en centro educativo de verano, etc.
En la primavera del 73, y siguiendo una insinuación del P. General, se brindó nuestra casa a disposición de cualquiera de nuestras Provincias C.M. de España. No hubo respuesta satisfactoria alguna.
Antes de hacer efectivo el cierre, se precipitan los acontecimientos: el P. Abaitua es destinado en marzo a la Casa Provincial; los alumnos se despiden definitivamente de la Sultana, del puente, del Seminario querido; las Hermanas (teniendo, todavía a la hora duodécima las lámparas bien provistas…) en junio dicen adiós al rincón lleno de recuerdos y, por fin, los Padres desaparecen uno tras otro en los largos días del verano.
Entrega del edificio (1975)
En el verano de 1975, siendo ya obispo Mons. Guerra Campos, se procede a hacer efectiva la entrega de la iglesia y del Seminario. La Congregación seguiría disfrutando de la casa (en la que residieron las Hermanas, y que fue construida por nuestra congregación en solar propiedad de la diócesis) según las condiciones suscritas el año 1967 por D. Inocencio Rodríguez.
Con ello se mantiene en Cuenca, al menos, nuestra presencia material (el Sr. Obispo actual tiene verdadero interés, en que permanezcamos en la diócesis). Y ello nos da derecho a mantener como propiedad nuestra los campos de deporte (frontón nuevo, campo polideportivo recién remozado, etc.).
Como fondo de nuestra estancia en Cuenca queda todavía un tenue resplandor de aurora: el Sr. Obispo ve posibilidad de llegar más adelante a un nuevo acuerdo, que replantearía con nuevas bases (y quizás en distinto lugar de residencia) nuestra presencia en la tan añorada ciudad de Cuenca.
¡Ah! Y para tantos y tan entrañables amigos de los Paúles en Cuenca nuestros más evocadores y agradecidos recuerdos. Pero hay entre tantos buenos amigos una familia, la familia Martínez, a la que debo nombrar con toda justicia: han sido demasiado abrumadoras las muestras de solicitud, que han prodigado durante dos generaciones a los Paúles de «su» (nunca con más justicia) San Pablo.
M. Abaitua
Transcrito literalmente del BPZ 1975
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