Santos, muertos y vivos

Algunos antropólogos afirman que la «cueva» prehistórica disponía de tres «apartamentos»: el de los vivos (a la entrada), el de las divinidades (en el centro) y el de los muertos (en las profundidades). Más o menos lo que ha dado de sí esta semana. Académicamente «cortita» aunque intensa en actividades y reuniones.

Un martes especialmente complicado por las numerosas «bajas» del personal. Largo puente, por otra parte, que ha disminuido el número de feligreses en las «parroquias» urbanas y aumentado, es de suponer, en las de «antigua procedencia». Bien dice quien afirma que Barakaldo es, más que otra cosas, un conjunto de «pueblos». Se nota en estas fechas.

Vuelvo de mi querida ciudad y me encuentro con la ausencia del P. don Luis que, por lo que dicen, salió para Valencia, vía (posada y fonda) Madrid. ¿Preparando viajecito guapo hacia Canarias? ¿Buscando algún consenso con los trebolarios?… ¡Se sabrá!… De momento nos ha dejado huérfanos en la ruta del vidrio dominguera.

Felices los bilbainos (ganó el club de la «chalupa») y negros nubarrones para los rojillos del pañuelico. Me encuentro. Exposición de «viejas» y «nuevas» imágenes» de la ciudad el Señorío. Cincuenta.  Alguna colaboración he prestado. Entre ellas una llamativa (para mí). En la desaparecida escuela que regentaban las Hijas de la Caridad un numeroso grupo de niños hace imagen flanqueados por sor Natividad y Sor Milagros. ¡Jovencitas entonces! Entre los niños, aparezco con mis ocho años. Si no me lo dicen no me encuentro… Mi hermana ni se lo creía. Visité el cementerio… Visité el Santuario de la Antigua. Eran las diez de la mañana. La plaza estaba desierta. Un «veterano» se explica: «Vacío de noche; vacío de día; pobre pueblo»… Excelente definición. No quiero ser inclemente y aplicarlo a la Provincia. Tiempo habrá.