Última semana de la Misión en los Pueblos de Navarra
Sentirme un poco vago y otras urgencias misioneras me han despistado. Ya hace días que debía haberme hecho eco de la última semana de la misión en Bargota, Torres y Armañanzas.
Ya resalté en el artículo anterior la necesidad de el “repaso de una fe cercana” de vez en cuando a pueblos, como estos en los que, como me decía hace años el P. Valentín Navarro, “conservan las brasas, aunque estén cubiertas de ceniza y basta con soplar para que se avive la llama”. Y esto es lo que hemos intentado en estos pueblos. Para el próximo curso nos quedan en la zona Sansol, Espronceda y Desojo.
Nos quedaban en Torres unos días de Anuncio (predicación) y unos días de Grupos de Encuentro en los tres pueblos. Pienso que merece la pena resaltar que hay circunstancias, como las de estos pueblos, en las que hay que adaptar mucho a la realidad los pilares básicos de nuestro estilo de misión: Encuentro con las personas, Encuentro con la Palabra y Grupos de Encuentro. Y así lo hemos hecho.
La respuesta ha sido buena y gozosa. Pero no quiero terminar esta pequeña nota sin resaltar la importancia para todos de la cercanía y del encuentro con las personas. Y en esta observación hay que incluir a todos, también a quienes no han participado en los distintos actos de Misión. Ya dije que me había impactado en el encuentro de navidades el comentario de Pepe Cervantes sobre el encuentro de Jesús con el “rico”: Le miró y le amó. Estoy convencido que es uno de los elementos básicos hoy en el campo de la evangelización.
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