Divagación espiritual
“Lo que me queda de la experiencia que tengo es el juicio que siempre me he hecho: que la verdadera religión, hermanos míos, está en los pobres. Dios los ha querido con una fe viva; ellos creen, palpan, saborean las palabras de vida” [XI, 120].
He querido encabezar esta croniquilla de la misión de Espinardo con este párrafo de san Vicente, porque es esto precisamente lo que hemos vivido.
Dije el día en que comenzamos: “Una gran parte de las personas de este barrio no se acercan a la iglesia parroquial, (por problemas de seguridad, pensamos). Así que tendremos que ser nosotros quienes nos acerquemos a ellas”. Sin embargo, al final de la misión, en una Celebración Penitencial en la que participaron muy vivamente más de 60 personas, tengo que decir que me he sentido hondamente tocado por este barrio, quizá porque esta misión entre los pobres ha venido tras otra misión entre gente más acomodada. Ayer me enteré que una persona había pedido permiso en el trabajo para poder asistir a la oración de la mañana. Hechos como éste hace mucho que no me había tocado vivirlos.
Por eso, me he preguntado en varias ocasiones: ¿Me habré equivocado en muchas de las misiones que me ha tocado organizar? ¿Será éste, aunque muchos no lo perciban, el testimonio que tenemos que dar en nuestra Iglesia como hijos de san Vicente de Paúl?
Es cierto, como decía el primer día, que nos ha tocado ir al encuentro de las personas. Pero también es cierto que fue Dios mismo quien lo hizo primero. Y también es cierto que la acogida sencilla de todos, hasta de quienes no han participado en los actos organizados, ha sido cordial, sencilla, agradecida…
Es cierto también que personas acogedoras y comprometidas las hemos encontrado en casi todas las misiones. De aquí mis dudas… Pero no deja de impactar la verdad de la afirmación y la experiencia de san Vicente: “me queda de la experiencia que tengo el juicio que siempre me he hecho: que la verdadera religión, hermanos míos, está en los pobres”.
Es un primer sentimiento lo que me ha brotado en este artículo. Eso sí, en este tipo de misiones hemos de hacer un gran ejercicio de encarnación (san Vicente diría de adaptación a las circunstancias y a las personas); por ejemplo, los materiales teníamos que adaptarlos de arriba abajo y continuamente (¡Viva la teología pastoral!).
Espero que esta misión me haya servido para dar un paso más hacia el encuentro navideño con Jesús.
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