Aire fresco de la naturaleza: visitas a las comunidades de la montaña
El día martes 22 y 23 de octubre tuve la dicha de visitar las comunidades de San Isidro, San Cristóbal, San Antonio, La Ceibita.
A las 4.00 de la mañana me ponía rumbo a la gasolinera para que desde ahí empezar a subir un camino muy malo por las lluvias que habían caído durante el fin de semana, lunes y martes.
Estaba oscura la subida pero no llovía y hacia viento por lo que las dos horas de subida hasta san José de las Brisas se hicieron cortas y agradables.
Estando en san José de las Brisas tomè mi segundo café en casas de los Barrera descansando un rato para seguir caminando.
La bajada estaba un poco fea por lo que había que ir con precaución y tranquilidad. Después de un buen rato apareció el “ángel de la guarda” Cristóbal Ramírez para acompañar con el caballito hasta la comunidad de san Isidro.
Un viaje ameno donde me ponía al tanto de las vicisitudes de las catequistas y personas de la comunidad.
A las 9 de la mañana llegaba a la comunidad. Un poco de lluvia, aire fresco tocaba descansar un poco en la hamaca, un café, y videollamada de washapp desde Estados Unidos, Daysi Johana la catequista que estuvo hace unos años en la catequesis de niños. Una llamada agradable donde nos reíamos y conmemorábamos viejos tiempos y a eso de las 9.45 comenzábamos en la iglesia la eucaristía.
Como siempre muchas personas se daban cita en el templo con la lluvia por medio. A pesar a de las distancias algunas personas se congregaban puntuales a la hora de la misa amenizada por el coro de san Isidro.
Las lectoras daban el último vistazo o repaso al texto de las lecturas para comenzar la eucaristía con el canto reunidos en el nombre del Señor.
Terminada la eucaristía, unos avisos y con el cantico final a nuestra madre nos despedíamos de la comunidad de san Isidro de donde es natural el P. Wilmer Ramírez, primer sacerdote hondureño de la provincia de Zaragoza
Y así dábamos por finalizada las visitas de este año 2024 en la comunidad de san Isidro.
Después de comer un rico almuerzo me encaminaba a la comunidad de san Cristóbal donde una jovencita pareja Daylin y Lilian recibirían el sacramento del matrimonio. Tuve que pasar al otro lado del rio por una madera mojándome los pies hasta las rodillas primero y luego pasando por la viga de madera. Allí fuimos pasando uno a uno la comitiva de invitados a la boda.
El tiempo estaba un poco alterado, lluvia y sol al mismo tiempo, aparecían y desaparecían con alegría.
El novio como no podía ser de otra manera llegaba con tiempo a la iglesia mientras la novia se hacía derrogar y venia un rato más tarde. Muchas personas se hacían presentes por la invitación de los novios por lo que la iglesia se nos quedaba pequeña para albergar dicho acontecimiento.
Le invite a un fresquito al novio y estuvimos esperando un rato a la futura esposa. Iban llegando personas a la pulpería para tomar unas bebidas o unos “churritos” y le daban la enhorabuena al futuro esposo.
El día anterior llovió todo lo que quiso y de manera insistente por lo que en algún momento me decía a mí mismo que podría peligrar la visita a las comunidades pero fue todo lo contrario gracias a Dios.
A las 2.15 de la tarde comenzábamos la celebración con los padres, familiares y amigos de los novios desplazados desde el interior del país. Amenizada la eucaristía con el coro de san Isidro empezaba con el canto tan conocido como “iglesia soy” la celebración.
Los jóvenes novios nerviosos por el acontecimiento seguían con atención las palabras del sacerdote durante la homilía. Se reseñaba la importancia del sacramento del matrimonio, la familia, actitudes para el matrimonio, acompañamiento de la pareja.
A continuación dábamos inicio al sacramento del matrimonio y terminado el rito todos aplaudían con gozo dicho momento.
Terminada la eucaristía me encaminaba a la comunidad de san Antonio Las Palmas para descansar, tomar aire y visitar algunos enfermos.
Un poco de cena, contestar algunos washapp y a dormir que tocaba eucaristía al día siguiente.
Las 9 de la mañana vienen pronto y después de desayunar un cafecito, tortilla de harina y el zumo de una naranja.
Ya estaban los preparativos con los lectores, coro que ensayaba los cantos y demás preparaciones.
A las 9 de la mañana comenzaba la misa con mucha afluencia de personas, como es habitual en la comunidad de san Antonio Las Palmas. Venían algunas personas de san Cristóbal y la nueva comunidad que en breve tendrá vida (Korozal).
Con las primeras notas de la guitarra comenzaba la eucaristía y el coro al que se unían los jovencitos del grupo de primera comunión con su fuerza, garra e ilusiones. Después de la homilía, comunión y canto final a la virgen nos despedíamos hasta el año que viene, que será a partir de febrero, de nuevo las visitas a las comunidades.
A las 11.00 de la mañana almorzaba y después de descansar con la madrina de uno de los bautismos que teníamos en la comunidad de la Ceibita, cuatro en total.
A eso de las 13.30 llegaba a la comunidad de La Ceibita, tomaba un fresquito, confesaba y me preparaba para la eucaristía de las 2.15 de la tarde.
Los padres y padrinos de los niños que se iban a bautizar iban llegando para la celebración mientras la comunidad a pesar de la lluvia se hacía presente en el tiemplo.
El guitarrista comenzaba con las primeras notas del canto “iglesia soy” su participación en la celebración, brillante como siempre.
Después de la homilía, llegaba la comunión y nos despedíamos felicitando a los nuevos miembros de la Iglesia. Aplausos y hasta la próxima que será en el mes de febrero, tiempo en el que volveremos a subir a las comunidades de la montaña, nos decía el delegado de la comunidad Santiago.
Tomando fuerzas me volvía hacia la comunidad de Cuyamel, con alguna que otra gota suave que pegaba en el rostro.
En el trayecto del camino, aparecían unas grietas que parecían unos cráteres de esos que vemos en las películas de la NASA. Al fondo se veía al P. José María Ibero presto para llevarme a la casa cural.
Félix Meriezkurrena, C.M.
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