Clausura del Año del Carisma en Zaragoza
Si el 11 de Febrero de 2017 se procedía a la apertura del Año del Carisma Vicenciano en el Salón del Colegio María Reina de Zaragoza, justo un año después, el día 10 y en el mismo escenario, se ha clausurado con brillantez y mucha fraternidad este año conmemorativo del espíritu que alienta nuestra vocación y misión.
Convocados por la Coordinadora de la Familia Vicenciana en Zaragoza, fuimos reuniéndonos a partir de las 10,30 y dándonos la bienvenida en un comedor bien abastecido de café, leche, jugos, bollos y bocaditos de jamón. Fue una excelente manera de ambientar el encuentro y disponernos a todos para la celebración.
Ya en el Salón, Sor Juana Mª Belzunegui, Visitadora de España Este, nos dirigió unas palabras de bienvenida y nos recordó algunos de los actos que se han ido desarrollando durante este año a muy distintos niveles.
Un delicioso grupo infantil de ballet del Colegio san Vicente de Paúl nos introdujo en el tema recreando en un gracioso rompecabezas las imágenes de San Vicente y de Santa Luisa. Ante las preguntas de quien hacía de mujer de la limpieza, tres niñas, de nuevo, explicaron a la concurrencia quiénes fueron los Fundadores.
A partir de ahí se fueron sucediendo las intervenciones de los distintos grupos de la Familia: Sociedad San Vicente de Paúl, Voluntarias de la Caridad, Hijas de la Caridad, MISEVI… Unos técnicos de televisión, según parece del programa “Pueblo de Dios”, estuvieron realizando diversas tomas del acto.
El colofón a una mañana intensa lo tuvimos con la Eucaristía, concelebrada por cinco misioneros de las dos comunidades de Paúles en Zaragoza. Moniciones, peticiones, ofrendas, lecturas y acción de gracias corrieron a cargo de los grupos y de nosotros, los estudiantes. En la homilía se nos recordaron los acentos del carisma vicenciano caracterizado por la misión y la caridad y que se despliega en la centralidad de Jesucristo Evangelizador y Servidor, la importancia de la comunidad de fe y vocación, el carácter secular y una espiritualidad que moldea nuestro ser desde las virtudes misioneras: humildad y sencillez, amabilidad y sacrificio, caridad y ardor evangelizador.
Todos nos llevamos al final una candela y un saquito de sal como recuerdo de que hemos de ser luz y sal para los pobres: luz para iluminarlos con el Evangelio y sal para darles sabor cristiano.
Estudiantes de la Etapa de Acogida.
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