Reunión del Sureste en Albacete (26-04-16)

Reunion del Sureste en Albacete 26-04-16 1

No solemos faltar a las citas previstas los del Sureste, aunque somos de los más dispersos… Y esta vez tampoco faltamos. Para ser exactos, sólo faltaron nuestros hermanos de Cuenca, por razones ineludibles de celo apostólico. Por nombres y apellidos, hubo alguna variante; por número, aproximadamente los mismos de siempre, hasta un total de 12, como los apóstoles. Estos son sus nombres: la comunidad de Albacete, en pleno; Paulino Sáez, por Madrid, Javi Serra, Pedro y Patricio, por Valencia; Alberto y Wilson, por Cartagena.

Olía a primavera, a cercanía, a fraternidad, a fiesta…, desde el principio. Era como la visita esperada de los amigos, después de una larga ausencia. Los aperitivos entrantes, deshicieron las perezas del viaje; y empezaron a brillar los ojos… No fue largo este calentamiento previo, porque tuvimos que esperar a los rezagados; y el diálogo fraterno sobre el tema asignado no lo podíamos obviar. ni reducir a mínimos. El buen vino y los chorizos calentitos, entre pan y pan, caldearon más todavía el ambiente…

Reunidos en la biblioteca, lugar de los encuentros solemnes de nuestra comunidad, comenzamos con la oración que venía al caso, teniendo en cuenta el tema que íbamos a tratar, que no era otro que la ecología; la tierra, casa común de todos, tema que a todos nos sonaba, pero que este buen Papa Francisco nos ha hecho recordar. En este contexto, la oración escogida por José Luis era como un eco suave del corazón, esta melodía que tantas veces lanzamos al viento, en nuestros tiempos de juventud:

Laudato sii, o mi signore…
Por la creación entera, por el sol y por la luna,
Por el viento y las estrellas, por el agua y por el fuego…

Y a modo de salmos, con el eco correspondiente, posterior, recitamos las oraciones que acompañan el documento del Papa. Una se titula, “Oración cristiana con la creación” y la otra “Oración por nuestra tierra” La recitación pausada de estas oraciones y el eco animado de las mismas fueron como el aceite que hizo brillar, con más fuerza aún, el color de los sentimientos.

El tema y los textos seleccionados, que nos remitieron, están tan a flor de piel en todos nosotros, en estos momentos, que los participantes no tuvimos que hacer grandes esfuerzos para consensuar los puntos calientes. Las afirmaciones que selecciono a continuación fueron consensuadas, casi por unanimidad, aunque fueron muy variados los que tomaron la palabra. Más que aportar nuevas ideas, el diálogo consistió en seleccionar y resaltar el aluvión de ideas contenidas en el texto que teníamos delante.

El Génesis fue el primer punto de referencia: Dios puso en manos del hombre la creación entera… “Y vio Dios que todo era bueno…” La tarea encomendada al hombre de ser “dominador” de la creación, no implica, en modo alguno, en el contexto bíblico, la idea de ser explotador, depredador, consumista o destructor de la creación, sino, más bien, todo lo contrario: implica la tarea de ser colaborador de Dios; co-creador con Dios; el mandato de conservar, mejorar y transformar la creación… Dios es como el prestamista honrado, que pone en manos del hombre, en forma de préstamo o de alquiler, la creación, para que el hombre la devuelva con los intereses de las mejoras que él mismo ha logrado con su trabajo y con el desarrollo de su inteligencia, en proceso continuo de desarrollo integral, hasta la plenitud… Esta idea se expresó repetidas veces con matices diferenciados, pero claros… Se rompe así el conflicto tan cacareado, en algunos ambientes, entre la fe y la ciencia. No son enemigos irreconciliables, ni competidores, sino amigos y colaboradores bien avenidos, si las dos partes actúan con lealtad: una complementa y enriquece a la otra parte y viciversa…

Del número 64 del documento, destacamos esta frase: “Las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos y. en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles…”

“Dios quiso, de algún modo, limitarse a sí mismo al crear un mundo necesitado de desarrollo, donde muchas cosas que nosotros consideramos peligros o fuentes de sufrimiento, en realidad son parte de los dolores de parto que nos estimulan a colaborar con el creador” , resalta el número 80.

Enfatizamos igualmente el comentario de los obispos de Canadá, tal como se cita en el número 85: “Desde los panoramas más amplios a la forma de vida más ínfima, la naturaleza es un continuo manantial de maravilla y de temor. Ella es, además, una continua revelación de lo divino”

También nos sorprendió gratamente el comentario de los obispos de Japón:

“Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza” “Para el creyente, contemplar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y silenciosa”.

Sería demasiado prolijo destacar todas y cada una de las citas que ya están explicitas en el documento que nos remitieron los de la comisión preparatoria. Pero, no podemos obviar los puntos que nos atañen más de cerca y que deben estimular todos nuestros resortes pastorales, en orden a hacer de nuestro planeta nuestra la casa común, un hogar habitable, donde todos, sin excepción, se sientan miembros de la familia de los hijos de Dios, iguales en dignidad; y que todos podamos vivir con la dignidad que corresponde a los miembros de una misma familia; en una sociedad, donde se repartan, con equidad y justicia, los bienes comunes, junto con nuestras responsabilidades en la conservación y transformación de este patrimonio común, que es nuestro planeta tierra…

En distintas instancias se hizo alusión a los documentos de la doctrina social de la iglesia, tan denostados por algunos, pero tan clarividentes que resultan proféticos en estos momentos. Se destacó el destino universal de los bienes, respetando la propiedad privada, pero en sus justos límites. Este derecho humano no es absoluto, más bien debe servir como un estímulo al trabajo y como medio de contribuir al mejor reparto de los bienes comunes. En ningún caso debe ser pretexto para la exclusión ni para los privilegios; para la acumulación de bienes ni para el despilfarro o el abuso de poder… El abuso de la propiedad privada ha llegado a crear tales condicionamientos que resulta difícil liberarse personalmente de ellos. Así se ha constituido lo que llamamos estructuras de pecado, esa red envolvente que nos sumerge a todos en el fango…

Hoy más que nunca, es imprescindible promover los derechos humanos, económicos y sociales de las personas, pero también de los pueblos y de las razas. Las grandes soluciones las tienen los pueblos, no las personas individuales…

Las tres TTT, Techo, Tierra y Trabajo resumen los derechos inalienables de las personas y de los pueblos.

Se citó, como documento de referencia, para situarnos en el contexto del clamor por los derechos sociales, en el momento actual de nuestra sociedad desarrollada, el documento que se ha dado en llamar “El pacto de las Catacumbas”. A su lectura atenta os remitimos…

 

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