XVI Asamblea Provincial (25 de junio: Día 4º y último)
Amanece con amenaza de «calor». Horrible en esta inmortal Zaragoza. Nada nuevo. Descubro en la pequeña huertecilla un manzano, un peral y un olivo. Por la suma de especies arbóreas no suman menos de una docena con frutos en sus ramas. La cosecha, sin ser abundante, puede llenar unos cuantos días los cestiños de la fruta de la Comunidad. El breval se siente contento por la marcha de sus depredadores pero también por el alivio de peso que ha sufrido. Nada digo del albérchigo. Los demás tendrán que esperar.
Se fue la mañana en la discusión de los siete Documentos referentes a las Líneas Operativas. El buen trabajo previo de las Comunidades facilitó esta fase. Por fin, tras recordar el pitorreo de la Asamblea de 2009, hemos comprobado las bondades del sistema DAFO. Lo quisiera para sí la Asamblea General. Seguro que los nuevos textos sorprenderán a más de uno por lo «concretos y evaluables». Algunas ampollas surgirán en los espíritus acomodados y poco propicios a cualquier innovación. De momento debemos esperar con amplitud de miras los nuevos documentos. Deben ser nuestra vida y nuestra esperanza. «Oler a oveja sin ser rebaño». Diré que los tres Postulados remitidos para la Asamblea General fueron rechazados.
Se olía a «fin» en la comida. Sudaban los Secretarios. ¿Acabaremos a media tarde?… ¡Es la hora de «colar» cualquier cosa porque me han dicho…! Pasan por el pleno los «Textos definitivos». Pocas discusiones y muchas votaciones. Todos son aprobados por mayorías insultantes. Lo merecen. Se felicita a cada uno de los «ponentes» que, es de suponer, lo trasladarán a sus equipos. Son escasamente las cinco de la tarde y uno recuerda el poema de Federico García Lorca («La cogida y la muerte»). Se masca la meta final. «Nos quedan un par de cosas porque hoy la Eucaristía será a las seis de la tarde», nos indica el moderador. Se miran los Secretarios. Se lo temen. ¡Trabajo a destajo!… ¿Qué cosas?… La elección de Diputado para la Asamblea General y la firma de las Actas. Una cierta decepción anida entre los asambleistas cuando se anuncia que, por vez primera en la Historia de la Provincia, sólo se debe elegir a un representante. ¡Hemos bajado de cien miembros!… Doble votación y se descubre el mirlo: es elegido el P. Corpus Juan Delgado. ¡Nada nuevo!… Como sustituto, tras tres votaciones, el elegido es el P. Mikel Sagastagoitia. Los Secretarios a trabajar, el resto a descansar. Tras las Vísperas y Eucaristía estamos más que puntuales en el Salón de Plenos. Se leen las actas últimas (que se aprueban con un silencio sepulcral), se firman por parte de los asambleistas y escuchamos la acción de gracias y cierre de la Asamblea por parte del Visitador.
Se termina. Como fulminados por el rayo salen escopeteados un buen número de asambleistas. Quizá, con ello, se pierde la ocasión de pasar un resto de tarde para el ocio, para el compartir la vida (el trabajo lo hemos hecho en abundancia). Quizá nos quede por estudiar esta lección. Una lección no inserta en las Constituciones y Estatutos pero que está en la calle. Una calle que nos esforzamos en «evangelizar» pero que, en el fondo, no sólo nos asusta sino que renegamos de ella con falsas justificaciones como el trabajo, la oración, la comunidad o la quincalla. Me lo comenta con pena un buen amigo, residente en Honduras: ¡Qué tiempo tan excelente para habernos detenido!… Nos vamos (una docena) al entorno del Rogelio`s y, bien acomodados, nos permitimos una buena jarra de cerveza.
Tras la cena, sigue el ambiente de fiesta. Todos conocemos el «anexo bailable» de la sala de Comunidad. «Bailable» porque se puede fumar y beber (siempre con moderación). Nos juntamos. Los nombres los evito pero de la formalidad del evento son testigos el P. Visitador, el Asistente Provincial y el buen P. Vega Herrera. Cerramos el txiringuito a las 11 en punto. ¡Aquí acaba la Asamblea y comienza la Vida!.. ¿Vida o supervivencia?…
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