Formación permanente – Zona centro
FORMACIÓN PERMANENTE – ZONA CENTRO
En la víspera de san José nos hemos reunido en la casa de Boggiero las tres comunidades que formamos la Zona Centro de Formación Permanente. Como suele ser habitual en cualquier encuentro que los más lejanos lleguen antes, en este caso también, la comunidad de Teruel fue la primera en llegar. Después llegaron nuestros vecinos de Casablanca y, poco a poco, también fueron llegando los de la propia comunidad.
Comenzamos con un pequeño tiempo dedicado a la oración. El P. Víctor Gallástegui dirigió el rezo y nos propuso también unos textos de meditación sobre san José. Para finalizar la oración intentamos cantar el “Salve José, amante y tierno padre”, aunque se oyó más en el mundo del deseo que en el de las realidades.
A continuación, nos sentamos a dialogar y a exponer nuestros pensamientos sobre el tema de la paz y el desarrollo de los pueblos en la Doctrina Social de la Iglesia, tema propuesto por la comisión de Formación Permanente. Desde el principio éramos conscientes de que la materia era abundante, cuatro encíclicas y los Mensajes papales sobre la Jornada de la Paz, y en cambio, el tiempo disponible relativamente breve. A pesar de todo, los primeros planteamientos fueron muy claros y esto facilitó la agilidad en el tratamiento de la materia.
Todos estuvimos de acuerdo en que la Solidaridad y la Justicia son las bases comunes de estos documentos, para alcanzar la paz y el desarrollo de los pueblos. Aunque también constatábamos que en los últimos tiempos en la sociedad se insiste más en la Solidaridad que en la Justicia. A pesar de ello, constatábamos que la humanidad ha llegado a un consenso generalizado que sin estos dos principios la sociedad no llegará nunca a esa paz y desarrollo deseado de los pueblos.
También salieron a relucir los obstáculos reales que dificultan la consecución de ese deseo de la humanidad. Se mencionó el egoísmo que anida en todas las instituciones, tanto entre los políticos internacionales como en los nacionales y locales. También se deja ver en los organismos diocesanos y en las parroquias. Incluso se llegó a mencionar a las comunidades, cuando se trata de ayudarse en los ministerios de la Casa o en las necesidades de otras comunidades.
Para que no quede todo en sólo palabras, alguno se preguntó sobre lo que podíamos hacer nosotros. Miró alrededor, como cuentan los evangelios que hizo Jesús con frecuencia, y al ver que no había mucha mano de obra, animó a que aprovecháramos la cantidad de recursos que tenemos a disposición para ir trabajando por la Solidaridad y la Justicia. Todos estábamos de acuerdo en que no utilizamos suficientemente los medios que nos ofrece nuestro ministerio, tanto en las parroquias como en el acompañamiento de las asociaciones y movimientos vicencianos.
No faltó la reflexión sobre la función que desempeña la Familia Vicenciana en este ámbito de la Solidaridad y la Justicia, para alcanzar la paz y el desarrollo de los pueblos. Constatábamos que nosotros nos movemos más en el terreno de la Solidaridad que en el de la Justicia. El alimentar, cuidar e instruir a ese grupo numeroso de excluidos de la sociedad crea una situación favorable al logro de la Paz deseada.
Terminamos el encuentro con una comida de hermandad. Todos los platos fueron bien recibidos, pero la tarta, hecha por la cocina de Casa, se llevó las mayores alabanzas. Y la cosa no quedó sólo en palabras.
Gregorio Ado, C.M.
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