La Familia vicenciana de Albacete se reúne, celebra y vive
Al comenzar el curso 17-18, tuvimos la feliz idea de hincar el diente a la doctrina social de la Iglesia, como proyecto innovador para el curso que comenzaba. Nos comprometíamos a tener una reunión mensual sobre este tema, tan viejo y tan actual. Éramos conscientes de nuestros descuidos y de nuestras incoherencias: hablar tanto de justicia y de reparto equitativo de los bienes comunes y no conocer ni recurrir a la fuente eclesial por excelencia que, desde hace tantos años, orienta y apremia a los cristianos, a los de a pie y a los de arriba. Pero más vale tarde que nunca.
Y encomendamos la tarea a nuestro compañero de comunidad Javier Aguinaco, experto en la materia y entusiasta sobre el tema. Y la verdad es que no nos equivocamos: en las cuatro sesiones que hemos tenido hasta ahora lo ha hecho como esperábamos de él: con conocimiento de causa, de manera sencilla, pedagógica y atrayente. Y lo más importante: nos ha dejado unas ganas enormes de seguir adelante, no sólo durante este curso, sino también el que viene y los que hagan falta, porque tiene materia para rato. Todavía nos queda otra sesión en Junio.
Tuvimos la cuarta sesión el mismo día de Santa Luisa, 9 de Mayo, justo después de la celebración de su fiesta solemne en nuestra parroquia de San Vicente. El tema específico de esta sesión versó sobre la “Quadragésimo Anno” del Papa Pio XI. Todavía nos queda otra sesión, en Junio, antes de terminar el curso. Seguiremos informando y animando a hacer lo mismo a las demás familias vicencianas de la península. Merece la pena renovarse y reinventarse. Hasta nos atrevemos a proponer que este tema sea objeto de estudio y diálogo, a nivel provincial, el curso próximo.
La solemnidad de la fiesta de Santa Luisa la celebramos por todo la alto, quizá también, hasta con más presencia que otros años de las distintas ramas de la Familia Vicenciana de Albacete. Su figura, renovada en la historia reciente de la Iglesia, es un buen estímulo a seguir sus pasos. No en vano, José Luis Crespo, que presidió la Eucaristía, presentó a Luisa como una Santa de palpitante actualidad. Empapado en los nuevos datos que van apareciendo en su biografía revisada, la figura de Luisa, aparece hoy como una mujer afable, tierna, amable, hasta de buen humor, muy lejos de su imagen tradicional: pietista, cabizbaja, mohína, dubitativa e indecisa. Y, desde luego, con conocimiento de causa y determinación para tomar las decisiones valientes que le reclamaban su conciencia y su circunstancia. Bien por la nueva Luisa de Marillac: daban ganas de aplaudirla y de apuntarnos a su nuevo proyecto de enamorada de los pobres, de aquí y de ahora.
Y de la fiesta eucarística a la mesa de fiesta, por qué no. Es coherencia y complemento: los hermanos que corean su alegría de tener un buen referente y un impulso vital que les ayuda a caminar juntos, empujados por la misma fuerza motriz. No se puede ser más explícitos y animados… Y la fiesta tuvo lugar en Nuestro Bar, como no podía ser de otra manera, ya que este restaurante, de tan buen nombre en nuestra ciudad, está regentada por uno los nuestros, Fernando, miembro veterano y animador él mismo de la gran familia vicenciana de Albacete.
Lo de menos fue el menú, que estuvo muy bien, justo a la altura; y los brindis que requería el caso. Lo importante y brillante fue el clima de alegría y de amistad, que respiraban las paredes de la sala; y las fotos de todos los colores y vestimentas; y los cantos, los adioses y las ganas de repetir la fiesta el año que viene. ¡Que bien sentirnos hermanos, hermanados por la alegría, la fiesta y el entusiasmo de seguir adelante con nuestro proyecto vicenciano de vida!
Félix Villafranca, C.M.
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